Amanecer

Amanecer

viernes, 7 de octubre de 2011

La terapia de Ser.


La Terapia Transpersonal, como su nombre indica, se enfoca en ir más allá de nuestra persona tal y como la conocemos. Esta persona o personaje es esa percepción limitada y condicionada de nosotros mismos que vive jugando papeles con los que se identifica. En este juego trata de encontrar su seguridad y su paz.

Sin embargo, al tratarse sólo de un papel que está jugando, se percibe interiormente desarraigado, pues su vida no suele corresponder con su verdadera esencia. A esta esencia íntima y auténtica de nosotros mismos de la cual nos hemos alejado la podemos llamar nuestro Ser, lo que somos realmente, que no tiene nada que ver con la idea corporal que tenemos de nosotros.

Al habernos alejado tanto de este ser esencial, sufrimos pues hemos dejado de beber de nuestra Fuente natural de nutrición para buscar apoyo y amor donde no lo hay. Cuando, tras muchos intentos y aventuras, vamos comprendiendo que nada ahí fuera puede llenar nuestro vacío interior, solemos experimentar un momento de crisis.

En Terapia Transpersonal, las crisis, más que como obstáculos, las entendemos como oportunidades. Pueden presentarse bajo diferentes disfraces: crisis de pareja, de amistad, problemas de salud, dificultades laborales… A veces, todo de una vez. Y cuando aparecen y nuestra consciencia está preparada, podemos utilizarlas para dar un salto. Y ese salto es hacia dentro, hacia nuestro ser auténtico, aquel del que nos alejamos creando un vacío interior que ya se hace insoportable.

Volver a casa, llenar ese vacío, encontrar la paz y crear sin límites desde ese estado de autenticidad son nuestro anhelo más íntimo. Aprender a observarnos desarrollando la atención, comprender cómo funciona ese personaje para dejar de alimentarlo, comprender nuestro sufrimiento, sanar nuestras emociones y conectar íntimamente con nuestro verdadero ser, dejando que se exprese libremente ofreciendo su nota particular en este concierto que es la vida, son claves de nuestra terapia.

Los métodos tienen mucho que ver con las prácticas de atención y consciencia plena: la respiración consciente, la conexión con nuestro cuerpo y nuestra energía interior, el abrazo consciente de nuestras emociones, la elaboración decidida y sistemática de nuevos patrones mentales que nos conecten con lo que somos realmente. Y, sobre todo, la utilización de la vida cotidiana como un campo de entrenamiento que nos ofrece todo lo que necesitamos para despertar a nuestra verdadera realidad, fuente de la paz y la felicidad que tanto anhelamos.

El terapeuta se convierte así en un “acompañante del alma”, alguien que, habiendo aprendido a abrirse a su propio sufrimiento para trascenderlo, se siente llamado a participar con su presencia en el alumbramiento de ese verdadero ser en otros. Y, con ellos, gracias a ellos, sigue alumbrándose a sí mismo.

Y ese acompañamiento es sólo una fase, un periodo en el que nos podemos beneficiar de la presencia de alguien que camina a nuestro lado de la mano y puede conducir nuestra mirada donde quizás no tenemos la costumbre de mirar aún, aportándonos claves, métodos, herramientas para caminar por la senda apasionante del descubrimiento interior.

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