Con frecuencia confundimos la expresión "fluir con la vida" con el dejarnos
llevar por los impulsos que nos atraviesan en cualquier momento.
Y, sin embargo no nos damos cuenta de que esos impulsos son el resultado de un modo de pensar y de sentir condicionado que nos limita.
Nos dejamos guiar por la energía de hábitos que nos encierran aún más en el círculo cerrado del ego. Y a veces, llamamos también a eso “espontaneidad”, “no luchar”, "dejarnos fluir"…¡Atención!
Dejémonos fluir, sí, pero… ¿En qué corriente?¿La corriente de energía del ego o la corriente de la Vida?
Y, sin embargo no nos damos cuenta de que esos impulsos son el resultado de un modo de pensar y de sentir condicionado que nos limita.
Nos dejamos guiar por la energía de hábitos que nos encierran aún más en el círculo cerrado del ego. Y a veces, llamamos también a eso “espontaneidad”, “no luchar”, "dejarnos fluir"…¡Atención!
Dejémonos fluir, sí, pero… ¿En qué corriente?¿La corriente de energía del ego o la corriente de la Vida?
Fluir con la Vida supone, precisamente, tener que detenernos
muchas veces y salir de la vorágine
inconsciente del ego que nos arrastra con sus impulsos.
Sólo en ese “parar” podemos
conectar con la Vida, la auténtica, esa fuerza poderosa que subyace a todo
movimiento.
Sólo cuando nos detenemos y nos asentamos en esa Paz profunda podemos
dejarnos llevar por ella naturalmente.
Sólo entonces fluimos de verdad con la
Vida.
Hoy , muientras escribía estas líneas,
comprendía qué necesaria es esta distinción para mi,
Quizás también para vosotros...
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