Amanecer

Amanecer

lunes, 23 de octubre de 2017


EL REGALO DEL PRESENTE


En los últimos años se ha extendido, y se escucha por doquier, una llamada a vivir en el momento presente. Y, seguramente lo has experimentado, desde nuestra pequeña mente condicionada, surge una resistencia: "Pero, ¿qué hay en el momento actual que lo hace tan valioso? Cuando me detengo, sólo encuentro sensaciones, sonidos, agitación o prisa, muchos pensamientos...Cosas que en absoluto me parecen extraordinarias, sino más bien aburridas o anodinas..."

Esto dice mente buscadora de sensaciones extraordinarias, de emociones, de novedades...Y, claro, en  el presente no se suele encontrar nada de eso. De ahí su decepción y su salida urgente del momento para seguir buscando algo más allá, más adelante, algo más excitante y que suponga un cambio.

Y tiene razón, desde su perspectiva centrada en las "cosas", en las emociones, en los sucesos o personas que van y vienen, el presente no ofrece normalmente nada espectacular. Sin embargo, no es en los contenidos del momento donde se encuentra su regalo. (Presente o regalo, son sinónimos.)

Miremos más profundamente. Si te detienes a experimentar este instante tal y como es, en seguida se presentan sensaciones repartidas por tu cuerpo, escuchas sonidos, aparecen quizás emociones molestas y seguramente, pensamientos muy diversos se pasean pronunciándose, anticipándose o recordando...

Todas esas "cosas" son lo que son, formas de la vida en movimiento. Pero observa: están siendo notadas, sentidas, aceptadas en su fluir.. Incluso puedes notar esa tendencia a despreciar este momento, a buscar otra cosa... Hay una capacidad para todo ello, un espacio amplio que permite sus idas y venidas y las contempla. Ese espacio...¿está en el futuro? ¿Pertenece al pasado? No, es AHORA: el único instante en que eso es experimentable. Esa amplitud que observa y permite, es lo que tú eres, pura consciencia abierta y serena, vida absolutamente estable que abraza  todo lo que va y viene.

Ese es el regalo del momento presente. No las cosas que contiene, sino la capacidad que ellas nos revelan al ser contempladas: nuestra naturaleza profunda, sin límites, sin nombre, sin forma ni color, pero absolutamente real.

Para la pequeña mente esto no es nada valioso ni significativo, pues ella misma es una de estas cosas que pueden ser observadas con sus juicios. Cuando te das cuenta, ya te has situado más allá de ella. Sólo desde ahí, puedes valorar este inmenso don que contiene el único instante en el que tu vida sucede. Este.

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