Amanecer

Amanecer

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nuestra espaciosidad


Podemos ver lo que realmente somos siempre que queramos, sin importar dónde nos hallemos o lo que estemos haciendo. En este mismo instante, mientras lees estas palabras, puedes ver que eres el espacio donde tienen lugar y donde ocurre la totalidad del proceso de lectura.


... Poco a poco, te vas dando cuenta de que tu verdadera naturaleza crece hasta que se torna tan natural que ya no puedes dejar de estar despierto a su presencia.

Extiende esa atención relajada a todas tus actividades hasta que cada instante se convierta en una oportunidad para experimentar. Cuando estés lavando los platos reposa la atención en el espacio desde el que los brazos descienden hasta el fregadero. Eres el espacio despierto donde tienen cabida el agua caliente, las manos ocupadas, los platos sucios, el sonido del agua y y los pies apoyados sobre el piso. Si estás atrapado en un embotellamiento de tráfico, relájate para no sentirte atrapado en él y siente, en cambio, que es el tráfico el que está en ti: el sonido del motor, el contacto de las ruedas con el asfalto, el parabrisas y el resto de los coches. Tal vez experimentes en ocasiones sentimientos de frustración, pero eres el espacio silencioso y relajado donde todo eso sucede. Préstales atención. No reprimas la conciencia de lo que realmente eres. Asimismo, cuando afrontes situaciones de tensión con otras personas, permanece completamente vacío ante ellas y lo que está ocurriendo.
Cuando te sientas triste o deprimido, presta atención a esos sentimientos cobrando conciencia de que están sucediendo ahí en el claro espacio de tu conciencia de aquí. Siente la sensación y la ausencia de sensación. Siente la tristeza al mismo tiempo que la liberación-de-la-tristeza. Observa que nuestro verdadero Yo, la no- mente, no se ve afectado en modo alguno por dichos estados mentales. Ésta es una psicoterapia y una curación radical. Al dejar los sentimientos en el lugar donde pertenecen -es decir, ahí afuera- podemos aspirar profundamente el saludable aire fresco de nuestro verdadero hogar. Entonces, dejamos de ser las víctimas -la víctima se desvanece- y pasamos a ser el espacio del mundo. Eso es algo positivo para nuestra propia mente, que se torna muy espaciosa, y en general también para el mundo, que vuelve a estar investido de significado.

 

Es lógico que, en determinados periodos, perdamos la conciencia de nuestra verdadera naturaleza, pero no tenemos que preocuparnos demasiado por eso. La  consciencia  prosigue sin interrupción en un segundo plano. No ha ido a ningún lugar, ni se ha deteriorado. Observa nuevamente y verás que tu verdadera naturaleza sigue presente y tan perfecta como siempre.
Hay un ritmo natural de olvido y recuerdo. El olvido también cumple su cometido porque ¿cómo reconoceríamos cuál es nuestro hogar si sólo conociésemos eso? Alejarse de nuestro hogar significa que, cuando volvemos a él, obtenemos una nueva perspectiva. Si no nos hubiésemos alejado, no experimentaríamos el placer del retorno. Sin embargo, es paradójico que nuestro retorno al hogar también suponga la constatación de que nunca hemos salido de él o, dicho de otro modo, que no ha transcurrido tiempo alguno desde que lo abandonamos, porque aquí no existe el tiempo. Una vez que atravesamos el umbral, nos hallamos en el no-tiempo. Ahora podemos relajarnos en nuestro hogar y permitir que las cosas sean.

Richard Lang










No hay comentarios: