Amanecer

Amanecer

jueves, 23 de febrero de 2017

La verdad de la meditación





La verdad de la meditación
es muy diferente
al sueño de la meditación. 
A menudo entramos en meditación
esperando felicidad, alegría, paz eterna,
el fin de todo dolor. 
Pero la meditación contiene su propia inteligencia,
su propio camino.
A veces la duda, la tristeza, incluso la decepción
quieren bailar con nosotros durante la meditación. 
Déjalos pasar. Hazles un lugar. 
Deja que la meditación sea un gran campo
en el que TODO pensamiento, sonido, sensación,
urgencia, impulso, fantasía,
sea bienvenido a entrar, permanecer por un rato, y desaparecer. 
Deja que el sueño de la meditación se rompa en mil pedazos.
Deja que los planes se vengan abajo.
Deja que las expectativas se desvanezcan. 
Deja que la meditación sea lo que es:
un espacio que lo acoge todo,
una inmensidad que permite todo,
tal y como el cielo permite el clima,
tal y como el Sol brilla
en las ‘buenas’ y en las 'malas’ por igual,
indiscriminadamente,
ofreciendo su Luz gratuitamente. 
El sueño de la meditación es el control;
la verdad de la meditación es el amor. 
- Jeff Foster

miércoles, 15 de febrero de 2017

AMARNOS



Amarnos de verdad sólo es posible cuando tenemos una experiencia clara de que no somos esa  persona limitada y carente que habíamos creído, sino una consciencia amplia, que todo lo abraza y sostiene, incluso a esa misma persona  insatisfecha que siempre busca mejorarse.
El encuentro con lo  que somos realmente es la única garantía de conectar con el amor del que nos parece habernos alejado y que es nuestra esencia. Para recordarlo necesitamos aquietarnos, detener el ritmo vertiginoso que nos ciega y cultivar una maravillosa herramienta: la atención.

Pausas, muchas pausas, espacios en los  que nos detenemos a honrar lo que está apareciendo en nuestra vida ahora mismo. Momentos en los que nos decidimos a recordar lo que somos de verdad, en lugar de confundirnos con lo que vemos, pensamos o sentimos.
Darnos espacio y tiempo (sea cual sea su extensión) es la forma más básica de autoestima que conozco. Y la más desconocida para el pequeño yo hacedor, que en su búsqueda constante de otra cosa rechaza la quietud.

Permitírnosla es una decisión radical que nos sitúa directamente en el camino del verdadero amor.
Al contemplar nuestras sensaciones, nuestro respirar, nuestros sentimientos, nuestras necesidades ignoradas... nos damos cuenta de que podemos abrazarlas, permitirlas y aceptarlas. Así, empezamos a descubrir que somos capacidad  para todo, amor para todo.
La autoestima verdadera, tal y como yo la comprendo, surge del contacto con esa naturaleza profundamente amorosa que es NUESTRA ESENCIA.