Amanecer

Amanecer

jueves, 22 de noviembre de 2012

 La responsabilidad de nuestras emociones



Cuando tengo  una emoción difícil (ira, rabia, miedo, culpa) creo que sufro porque “él me ha hecho o dicho tal cosa” o porque “me ha sucedido eso”. Tendemos a responsabilizar al mundo externo de lo que sentimos. Sin embargo, el mundo externo, actúa  sólo como un desencadenante, un estímulo que despierta el dolor escondido en nosotros.


Nuestro mundo emocional no observado por la consciencia guarda mucho sufrimiento que no ha sido procesado. Los estímulos que provienen de los demás, del mundo, tocan esas heridas y reaccionamos automáticamente, creyendo que son esas personas o circunstancias los causantes de nuestro malestar.

“Él me ha hecho …” es el pensamiento con el que nuestra mente victimista provoca en nosotros  el sentimiento doloroso: “Me han ofendido, me pones nervioso..."
El mundo no nos hace nada. Hace…Suceden cosas…Y nuestra mente cree que le suceden a ella, que se le hacen cosas: se toma todo personalmente.

Ese pronombre “me” es el que marca la pérdida del poder en nuestras relaciones.

Igualmente cuando el sentimiento es agradable: “Tú me haces feliz”. Así surge el apego a lo que creemos nos salva y la dificultad para ser libres.
Asumir la responsabilidad de nuestra vida , de cada detalle de nuestra vida, es la pieza mágica que nos devuelve a lo real y nos instala en la verdadera paz.


domingo, 18 de noviembre de 2012

La infelicidad latente y el secreto de la felicidad


LA INFELICIDAD LATENTE

El ego crea separación y la separación crea sufrimiento. Por consiguiente, es obvio que el ego es patológico. Aparte de las formas más claras de negatividad como la ira, el odio y demás, hay otras más sutiles, las cuales son tan comunes que por lo general no se las reconoce por lo que son. Entre ellas se cuentan la impaciencia, la irritación, el nerviosismo, el hastío, etcétera. Esas formas de negatividad son la infelicidad latente, estado interior en el cual suelen permanecer muchas personas. Es necesario estar supremamente concientes y absolutamente presentes a fin de detectarlas. Siempre que lo hacemos así, tenemos un momento de despertar y se suspende la identificación con la mente.

El siguiente es uno de los estados negativos más comunes, el cual puede pasar desapercibido precisamente por ser tan común y normal. Seguramente usted estará familiarizado con él. ¡Suele usted experimentar una sensación de descontento que podría des­cribir como un resentimiento latente? Puede ser específico o ines­pecífico. Muchas personas pasan gran parte de sus vidas en ese estado. Se identifican hasta tal punto con él que no pueden tomar distancia para reconocerlo. Detrás de esa sensación hay ciertas creencias inconscientes, es decir, unos pensamientos. Sentimos esos pensamientos de la misma manera en que soñamos al dor­mir. En otras palabras, no sabemos que tenemos esos pensamien­tos, como tampoco el soñador sabe que sueña.

Los siguientes son algunos de los pensamientos inconscientes más comunes de los cuales se alimenta la sensación de desconten­to o de resentimiento latente. He eliminado el contenido de esos pensamientos para dejar solamente su estructura. De esa manera se aprecian más claramente. Siempre que haya infelicidad latente (o manifiesta) en su vida, vea cuáles de estos pensamientos son aplicables y proporcióneles contenido de acuerdo con su situación personal:

"Algo debe suceder en mi vida para que yo pueda alcanzar la paz (la felicidad, la realización, etcétera). Y resiento que no haya sucedido todavía. Quizás con mi resentimiento logre que suceda finalmente".

"Algo sucedió en el pasado que no debió suceder y lo resien­to. Si eso no hubiera sucedido, tendría paz ahora".

"Me está sucediendo algo que no debería sucederme y me está impidiendo tener paz".

Muchas veces, las creencias inconscientes apuntan a una perso­na, de manera que la palabra "suceder" se reemplaza por "hacer".

"Deberías hacer esto o aquello para que yo pueda tener paz. Y resiento que no lo hayas hecho. Quizás con mi resentimien­to logre que lo hagas".

"Algo que tú (o yo) hicimos, dijimos o dejamos de hacer en el pasado me está impidiendo tener paz".

"Lo que haces o no haces ahora me está impidiendo tener paz".



EL SECRETO DE LA FELICIDAD

Todas las citas anteriores son supuestos que no se han examinado y que confundimos con la realidad. Son historias creadas por el ego para convencernos de que no podemos estar en paz en el presente y tampoco ser nosotros mismos. Estar en paz y ser quie­nes somos es lo mismo. El ego dice: quizás en un futuro podré tener paz si tal o cual cosa sucede o si obtengo aquello o me convierto en lo de más allá. También dice: no podré estar en paz jamás a causa de algo que sucedió en el pasado. En general, todo el mundo cuenta la misma historia, "por qué no puedo tener paz ahora". El ego no sabe que nuestra única oportunidad para estar en paz es ahora. O quizás sí lo sabe pero teme que lo averigüemos. Después de todo, la paz representa la aniquilación del ego.

¿Cómo podemos alcanzar la paz ahora? Haciendo la paz con el momento presente. El momento presente es el campo en el cual transcurre el juego de la vida. No puede jugarse en ningún otro lugar. Una vez hecha la paz con el momento presente, podemos ver lo que sucede, lo que podemos hacer o lo que optamos por hacer, o más bien, lo que la vida hace a través de nosotros. Hay cuatro palabras en las cuales se encierra el secreto del arte de vivir, el secreto del éxito y la felicidad: uno con la vida. Ser uno con la vida significa ser Uno con el Ahora. Entonces nos damos cuenta de que no vivimos la vida, sino que ésta nos vive. La vida es la bailarina y nosotros somos la danza.

Al ego le encanta estar resentido con la realidad. ¿Qué es la realidad? Cualquier cosa que es. Buda la denominó tatata, el tal o cual de la vida, es decir, nada más que el tal o cual de este momento. Oponerse a ese tal o cual es una de las principales carac­terísticas del ego. Esa oposición crea la negatividad de la cual se alimenta el ego, la infelicidad que tanto le gusta. De esta manera sufrimos y hacemos sufrir a los demás sin siquiera saberlo, sin darnos cuenta de que estamos creando el infierno en la tierra. Crear sufrimiento sin reconocerlo es la esencia de la vida inconsciente y es estar completamente bajo el control del ego. La incapacidad del ego para reconocerse y ver lo que hace es verdaderamente aterradora e increíble. El ego hace exactamente lo que condena en los demás y ni siquiera se da cuenta. Cuando se lo señala, recurre a la negación, la ira, los argumentos y las justificaciones que distorsionan los hechos. Y todo el mundo lo hace, las personas, las empresas y los gobiernos. Cuando todo lo demás falla, el ego recurre a los gritos y hasta a la violencia física. ¡Que manden al ejército! Es entonces cuando reconocemos la sabiduría de las palabras de Jesús en la cruz: "Perdónalos porque no saben lo que hacen".

Para poner fin a la desgracia que se ha cernido sobre la con­dición humana durante miles de años, debemos comenzar con nosotros mismos y asumir la responsabilidad por nuestro estado interior en todo momento. Eso significa que debe ser ahora mismo. Pregúntese si hay negatividad en su interior en este mismo momento. Entonces preste atención a sus pensamientos y tam­bién a sus emociones. Esté alerta a esa infelicidad latente a la cual me referí anteriormente, en cualquiera de sus formas: desconten­to, nerviosismo, hastío, etcétera. Esté alerta a los pensamientos que aparentemente justifican o explican esa infelicidad pero que en realidad son los causantes de la misma. Tan pronto como tome conciencia de un estado negativo en su interior no piense que ha fallado. Significa que ha tenido éxito. Mientras no hay esa conciencia, prevalece la identificación con los estados interiores, y esa identificación es el ego. Con la conciencia se suspende la identi­ficación con los pensamientos, las emociones y las reacciones. Este estado no debe confundirse con la negación. Al reconocerse los pensamientos, las emociones y las reacciones, se suspende automáticamente esa identificación. Entonces cambia nuestro sen­tido de lo que somos, nuestra sensación de ser: antes éramos pensamientos, emociones y reacciones; ahora somos conciencia, la Presencia consciente que observa esos estados.

"Un día me liberaré del ego". ¿Quién habla? El ego. Liberarse del ego realmente no representa un gran esfuerzo. Lo único que se necesita es tomar conciencia de los pensamientos y las emocio­nes en el mismo momento en el que suceden. No se trata realmente de "hacer", sino de "ver". En ese sentido, es cierto que no hay nada que podamos hacer para liberarnos del ego. Cuando se produce el cambio de pasar de pensar a observar, entra a operar en nuestras vidas una inteligencia muy superior a la astucia del ego. Las emociones y hasta los pensamientos se despersonalizan a través de la conciencia. Reconocemos su naturaleza impersonal. Dejan de estar cargados del "yo". Son solamente emociones y pensamientos humanos. Toda la historia personal, la cual no es más que un cuento, un paquete de pensamientos y emociones, pasa a ocupar un lugar secundario y deja de ocupar el primer lugar en la conciencia. Deja de ser la base de nuestro sentido de identidad. Pasamos a ser la luz de la Presencia, la conciencia profunda que antecede a los pensamientos y las emociones.




Advaita Entrevistas: Jeff Foster - La Aceptación Profunda

Advaita Entrevistas: Jeff Foster - La Aceptación Profunda

jueves, 8 de noviembre de 2012

Nueva Jornada de Puertas Abiertas en Psicosalut

El próximo domingo, día 11, Psicosalut abre sus puertas para ofrecer todo su programa de actividades gratuítas.
Entre ellas, una charla sobre Mindfulness: la práctica de la Atención Plena, a las 13h.
"Conectar con la vida para experimentar la paz"  es el título del programa que vengo ofreciendo desde hace tiempo en diversos lugares y que nos entrena para vivir en el momento presente soltando todo lo que perturba la simple experiencia de lo real.
Os dejo el programa más abajo.



"Todo lo que necesitas hacer es aceptar plenamente este momento.
Entonces podrás sentirte cómodo aquí y ahora,
 y a gusto contigo mismo."
(Eckhart Tolle)
Para experimentar esta aceptación profunda, necesitamos un entrenamiento, una práctica consistente que disuelva nuestro condicionamiento ´que tiende a escaparse del presente.
Esto es lo que la Atención Plena (Mindfulness) puede ayudarnos a incorporar en nuestras vidas.

martes, 6 de noviembre de 2012

Cuarta sesión del programa Mindfulness: "Conectar con la vida, experimentar la paz"

ATENCIÓN PLENA A NUESTRO MUNDO MENTAL:
La raíz del sufrimiento


"La mayor parte de nuestro sufrimiento mental
proviene de lo fuertemente que nos aferramos a nuestras creencias "
(Jack Kornfield )




Cada uno de nosotros participa a su modo particular de ese programa mental de conflicto y separación que nos hace sufrir : el ego.

La mente disfuncional o egoica, a través de sus patrones de temor, culpabilidad, ataque, duda, autoexigencia, victimismo, prisa…desencadena es nosotros estados de sufrimiento y ansiedad.

Durante muchos años hemos escuchado estos pensamientos y sufrido emocionalmente con ellos. Al haber creído en su veracidad, es difícil distanciarnos y observarlos simplemente.


En este taller, además de profundizar en la observación atenta,vamos a cuestionar nuestros pensamientos de forma radical a través de un sistema muy eficaz.

Aprenderemos también a elaborar respuestas inmediatas que nos permitan manejarlos en la vida diaria.
 
 
Sábado, 10 de Noviembre.
Centro Psicosalut,
San Pedro de Alcántara

sábado, 3 de noviembre de 2012

Ese lugar...

“Ese lugar donde no queremos estar (el sentirnos mal, inadecuados, ridículos, no queridos, no mirados, avergonzados) es el lugar donde nunca aprendimos a estar, porque nadie nos enseñó.

Creemos que la única salida es reaccionar (culpar, huir de nosotros mismos). Y porque venimos haciendo lo mismo durante muchos años, hay "lugares" nuestros que han quedado abandonados. Sobre todo, el gran lugar que alberga la desconexión de nuestro ser: allí sólo hay un agujero. Y nos contamos historias sobre lo peligroso que es volver a ese lugar; nos imaginamos que hay una gran oscuridad allá, un agujero negro en el que podríamos desaparecer.

La gran paradoja es: lo que hay en ese lugar es falta de presencia; por eso tenemos que aprender a estar presentes allí.

Vamos a curarnos a nosotros mismos en ese lugar. Si podemos estar presentes en ese dolor, en esa tristeza, en esa vergüenza..., en ese lugar donde no habíamos permanecido, allí precisamente podremos comenzar a encontrar nuestra base, nuestro asiento, nuestro ser”.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Conectar con nuestro cuerpo



Práctica

 Cuando no nos conectamos con lo que pasa en el cuerpo, al segundo siguiente comenzamos a intelectualizar nuestra experiencia, lo cual nos puede traer mucho sufrimiento. Por ejemplo, en un momento podemos reconocer que sentimos ansiedad. Si no nos detenemos a sentir esta ansiedad en el cuerpo, empezamos a pensar, por ejemplo, que las cosas no están funcionando bien, que no estamos donde queremos estar, que las cosas deberían ser distintas, que nunca nadie nos ha dado lo que necesitamos, que nuestra vida es insuficiente y que por lo tanto las cosas no tienen sentido.

Esta misma secuencia de pensamientos perpetúa la sensación corporal de ansiedad que lo gatilló en un principio. Pero si en cambio reconocemos que sentimos ansiedad, y en lugar de darle rienda suelta al pensamiento, nos detenemos a sentir cómo se siente la ansiedad en el cuerpo, tal vez reconozcamos sensaciones tales como calor en las piernas, movimiento en el estómago, presión en la cabeza, o lo que sea que sintamos.

La sensación no es el pensamiento de que "la vida no tiene sentido". La sensación es una sensación, que por su naturaleza aparece y desaparece, inevitablemente. Como dice el profesor de meditación S.N. Goenka, "no hay picazón que dure una eternidad". Entonces, lo que antes nos podría haber tomado un par de horas o incluso días de actividad y malestar mental, ahora nos toma el tiempo en que la sensación dure. Incluso si la sensación de ansiedad continúa estando con nosotros por un largo tiempo, sabemos que es sólo una sensación, y no una realidad absoluta. 
Durante esta semana la invitación es a estar en el cuerpo, dentro del cuerpo, e intentar sentirlo desde ese espacio y no desde una idea mental de lo que es. Cuando vayas caminando, siente las sensaciones de tu cuerpo al caminar. Cuando estés confundido/a, siente lo que tu cuerpo siente en lugar de involucrarte inmediatamente con la serie de pensamientos que en ese momento te sobrepasan y no te llevan a ningún lugar. Cuando sientas tristeza, siente las sensaciones de tu tristeza en el cuerpo. Cuando sientas un deseo por comer en exceso, agredir a alguien, hablar mal de otra persona, siente cómo son esas sensaciones en el cuerpo. En lugar de reaccionar inmediatamente, focalízate en el cuerpo. ¿Qué está sucediendo en este nivel?

 Intenta darle un espacio consciente a este nivel de tu experiencia, en lo que sea que estés haciendo. Si por ejemplo estás en una situación social, incluso si no es apropiado expresar lo que realmente te sucede en el cuerpo, dale un espacio en silencio, observa las sensaciones y deja que naturalmente se vayan. No hay sensaciones correctas ni sensaciones incorrectas. Sea cual sea la sensación que surja en tu cuerpo, observa cómo aparece y cómo naturalmente se va, sin emitir juicio, sin tratar de encontrar una explicación inmediata de por qué sientes lo que sientes. Confía en que no existe ninguna experiencia que dure para siempre. Que toda sensación, por muy desagradable o agradable que sea, desaparecerá en algún momento. Practica la paciencia. Si sientes algo desagradable, tu lucha contra ello no te ayudará a que se vaya más rápido, sino que todo lo contrario. Si sientes algo placentero, tu apego por que se quede y tu miedo porque deje de existir tampoco te ayudará a que eso suceda, y te impedirá disfrutarlo.

Red Mindfulness (www.redmindfulness.org)