Amanecer

Amanecer

sábado, 28 de octubre de 2017

AQUÍ



Si tengo que desplazarme un solo centímetro 
 o esperar un solo segundo
para encontrarme con lo que soy,
eso que busco no es fiable, consistente ni real.
Si eso que anhelo no está aquí ahora,
aunque lo encuentre, me sentiré insegura o temerosa de perderlo.
Eso que busco no requiere
el más mínimo movimiento, la más mínima acción, el más mínimo cambio.
Eso es, ahora y siempre.
Sólo necesito aquietarme y  permitirlo.

"Aquiétate y conóceme: yo soy dios."

Cuando acepto renunciar a toda búsqueda  o esfuerzo
por encontrar algo que me parece que no está aquí;
cuando me detengo y siento la intimidad con todo lo que es ahora,
descubro que, más allá de lo que se mueve,
más allá de lo que aprieta y duele,
pidiendo urgente atención,
hay sólo quietud, espacio sin límites, vida, amor por todo.

Es un gesto de valor detenerse, cierto.
Y asumir nuestra propia vida por fin,
en lugar de buscar paliativos fraudulentos.
Pero llega un momento en el que reconozco que no hay más camino.
y dejo de engañarme con otras posibles estrategias.
La verdad se muestra en su abierta desnudez
y descanso en lo que es y siempre ha sido,
mi verdadero ser:
Vida que lo sostiene todo,
consciencia que todo lo contempla
amor que todo lo abraza.

Y las incontables formas que van y vienen
surcando ese espacio de presencia silenciosa.
Esas en las que invertí mis esfuerzos y malgasté mi energía,
perdiéndome en solucionarlas,
ahora me muestran su tesoro: devolverme al espacio en el que surgen
y reconocerme en esa amplitud radiante que las contempla.

Y surge un anhelo de dedicación a esa abierta amplitud,
de permanecer en ella,
de no perderme en la búsqueda de objetos o situaciones 
con los que me suelo olvidar de ella, de mí.

De recordar día y noche
que la luz que me permite ver,  sentir o pensar  los objetos de mi mundo,
es el sol de mi corazón,
mi verdadero hogar.,
mi origen y destino,
mi eterno ahora.

lunes, 23 de octubre de 2017


EL REGALO DEL PRESENTE


En los últimos años se ha extendido, y se escucha por doquier, una llamada a vivir en el momento presente. Y, seguramente lo has experimentado, desde nuestra pequeña mente condicionada, surge una resistencia: "Pero, ¿qué hay en el momento actual que lo hace tan valioso? Cuando me detengo, sólo encuentro sensaciones, sonidos, agitación o prisa, muchos pensamientos...Cosas que en absoluto me parecen extraordinarias, sino más bien aburridas o anodinas..."

Esto dice mente buscadora de sensaciones extraordinarias, de emociones, de novedades...Y, claro, en  el presente no se suele encontrar nada de eso. De ahí su decepción y su salida urgente del momento para seguir buscando algo más allá, más adelante, algo más excitante y que suponga un cambio.

Y tiene razón, desde su perspectiva centrada en las "cosas", en las emociones, en los sucesos o personas que van y vienen, el presente no ofrece normalmente nada espectacular. Sin embargo, no es en los contenidos del momento donde se encuentra su regalo. (Presente o regalo, son sinónimos.)

Miremos más profundamente. Si te detienes a experimentar este instante tal y como es, en seguida se presentan sensaciones repartidas por tu cuerpo, escuchas sonidos, aparecen quizás emociones molestas y seguramente, pensamientos muy diversos se pasean pronunciándose, anticipándose o recordando...

Todas esas "cosas" son lo que son, formas de la vida en movimiento. Pero observa: están siendo notadas, sentidas, aceptadas en su fluir.. Incluso puedes notar esa tendencia a despreciar este momento, a buscar otra cosa... Hay una capacidad para todo ello, un espacio amplio que permite sus idas y venidas y las contempla. Ese espacio...¿está en el futuro? ¿Pertenece al pasado? No, es AHORA: el único instante en que eso es experimentable. Esa amplitud que observa y permite, es lo que tú eres, pura consciencia abierta y serena, vida absolutamente estable que abraza  todo lo que va y viene.

Ese es el regalo del momento presente. No las cosas que contiene, sino la capacidad que ellas nos revelan al ser contempladas: nuestra naturaleza profunda, sin límites, sin nombre, sin forma ni color, pero absolutamente real.

Para la pequeña mente esto no es nada valioso ni significativo, pues ella misma es una de estas cosas que pueden ser observadas con sus juicios. Cuando te das cuenta, ya te has situado más allá de ella. Sólo desde ahí, puedes valorar este inmenso don que contiene el único instante en el que tu vida sucede. Este.