Sentarme a meditar es sentarme a contemplar el fluir de la corriente de la vida
que me atraviesa en este instante.
Nada que resistir, nada que juzgar, ningún comentario es necesario cuando me abro por dentro y me dejo simplemente habitar por lo que es ahora, que cambia en cada instante.
Y si surgen comentarios o reacciones, ellos también forman parte de este todo que me inunda, de la extraordinaria particularidad de este instante.
Nada que rechazar, nada que conseguir, ninguna meta que alcanzar...Tan sólo contemplar desde mi esencia el flujo irrefrenable que contengo, unas veces tormenta; otras, suave murmullo casi imperceptible... Silencios... Y el descubrimiento apasionado de ser la misma corriente que avanza... Quiero lo que la vida quiere.
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